ERASE UNA VEZ UN GATO
El Jaguar XJC fue un producto conflictivo, desde el momento en que se presentó en el London Motor Show de 1973. Si bien era poco menos que un concept car, el público quedó encantado con su techo sin pilares centrales, que le sumaban belleza extra a la tradicional elegancia de la berlina original.
Ante tanta emoción, se decidió incorporar el modelo al catálogo de venta y ahí empezó el apuro para poner el modelo en producción.
La fabricación era casi artesanal, tenían que acortar un chasis, alargar las puertas delanteras y poner un nuevo panel clausurando el lugar de las puertas traseras.
Todo esto se hacía a base de chapa cortada, empalmada y soldada a mano.
El resultado inevitable de tanta superficie vidriada sin parantes centrales ni marco en las puertas, todo arreglado a mano con menos ciencia que voluntad, era un auto con problemas de estanqueidad y ruidos aerodinámicos que se podían mitigar pero no eliminar del todo.
Afortunadamente, en el mundo de los autitos a escala, esos problemas no existen ni opacan el sublime momento de contemplar la pieza.
El modelo es un auténtico Corgi, 100% de auténtico metal, en auténtica escala 1/36.
Lo primero que uno se cuestiona cuando lo tiene en la mano, es el público al que apuntaba semejante pieza: juguetero o coleccionista?
Seamos honestos, hace cincuenta años no había coleccionistas. Quizás hubiera tipos que compraban algunos autitos, pero desde el punto de vista del marketing, no creo que movieran la aguja de la demanda.
Es decir que el producto apuntaba al público infantil. Debió ser una infancia muy distinta, con este tipo de estímulos.
El molde es extraño, se lo ve demasiado redondeado, sobre todo en la línea del techo. Es curioso porque este modelo tiene como contemporáneo a uno de Dinky que también la misma particularidad. Quizás fuera un efecto visual, si el auto original era acortado a la altura del techo, es natural que se viera redondeado.
Pese a esto, el molde está muy bien hecho, no tiene costuras a la vista y la pintura (o lo que queda de ella) está bien aplicada, los años le dan un cierto tacto de dureza, como para decir que si no se despego en cinco décadas, quedará ahí hasta el fin de los tiempos. No ocurre lo mismo con los cromados, que no supieron resistir el paso de los años.
El modelo es una pequeña pieza de ingeniería.
Las aperturas de puertas y capot, que comprometen la resistencia de la carrocería.
Por suerte, los años fueron cuidadosos con este ejemplar.
Acá vemos al motor, una pieza de ingeniería dentro de otra pieza de ingeniería.
El motor está conformado con dos piezas, una cromada que representa el block y otra negra para la admisión, el resultado es efectista.
Por arriba tenemos el capot, que como ya veremos, incluye un inserto metálico para la parrilla. Es decir que entre block, admisión, capot y parrilla, tenemos cuatro piezas, solamente para el motor. No es poco.
El remolque trasero, apto certificado para arrastrar transatlánticos.
El modelo se vendía solo o en combo con un remolque, aunque ignoro los motivos para tanta hipertrofia.
El tiempo dejó su huella en los plásticos cromados, que lucen un triste color, indescifrable entre el naranja y el marrón.
Es interesante la apertura del capot, con el frontal que se esconde detrás del paragolpes.
También sorprende el capot con una pieza inserta para la parrilla y las luces centrales.
Curiosamente, el inserto del capot es metálico, mientras que los insertos de luces y paragolpes son plásticos.
Este inserto metálico con dos luces y una calandra, contrasta con el inserto plástico inferior que representa paragolpes y la parrilla inferior.
También son insertos las luces principales.
Sumando insertos tenemos un paragolpes, dos faroles, una parrilla y -si quieren- un capot, totalizando 5 piezas en la trompa.
Por eso hablaba de ingeniería, y recuerden que hablamos de un juguete!
Las luces traseras vienen pintadas en un naranja más extraño aún que el de los paragolpes descromados. Tengo otro Jaguar igual con las luces igualmente coloreadas, lo que indica que no se trata de alguna customización trasnochada, sino del auténtico color que Corgi usó para pintar las luces traseras.
Imagino que usaron este color para que la pintada no quede perdida en medio de la pintura roja.
En estos tiempos de autos con ruedas pornográficamente explícitas, resalta la sutileza del guardabarros trasero que apenas cubre la parte superior de la cubierta.
Y de paso, aprovechen y admiren la belleza de las tazas de las llantas.
Las fotos son claras pero no transmiten la suavidad de las aperturas, el modesto "click" de las puertas al cerrar, la discreta suspensión o la suavidad al rodar sobre la mesa.
Y el peso, son 13 centímetros de metal que totalizan 170 gramos de diecast, cualquier inolvidable pesa menos de la mitad con base incluida.
Parece un autito, pero en realidad es un pedazo de historia, es que ya no los hacen así.
That's All Folks!
Gaucho Man
el adyacente
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