DOS TIPOS AUDACES
El sonado caso del auto con forma de botella
Gasset estaba encorvando su abundante humanidad sobre la mesada, a su lado la cocina con el horno abierto, que exponía innumerables salpicaduras teñidas de negro por años de uso que no habían conocido una limpieza. Por fuera la cocina también estaba cubierta de manchas rancias.
Ortega miró el horno con desconfianza y aventuró a preguntar.
- Qué comemos hoy?
Gasset respondió sin siquiera mirar a su amigo.
- Cocina experimental!
Ortega prefirió cambiar de tema.
- Lo vio al último de la colección de Americanos? Como cambió el coleccionismo! Hasta hace un tiempo, uno se la pasaba años detrás de una pieza. Se investigaba, y si se tenía suerte y algún amigo, se conseguía de afuera. Hoy se quejan a la editorial porque no salió en la fecha anunciada, un autito que jamás pensaron en tener...
Gasset picaba cebolla sobre una tabla con manchas que Ortega no alcanzó a identificar.
- Los coleccionables son buenos para los coleccionistas...
Ortega se puso de pie violentamente.
- No! Eso es como decir que WhatsApp mejora la comunicación. Ya no existe el coleccionista que sabe lo que colecciona. Nadie sabe lo que compra. Nadie investiga. Nadie comparte. Salvat puede inventar un auto y la gente lo compra igual. Hay gente que compra autitos pero sabemos que no son coleccionistas. Los coleccionables han matado a los coleccionistas. Como todo, el coleccionismo también se hizo berreta...
Gasset dejó la cebolla picada en una fuente con un jugo misterioso, seguramente resabio de la comida anterior y arremetió con dos morrones.
- El secreto está en picar el morrón muy fino, como si fuera cebolla -dándose vuelta, enfrentó a su amigo blandiendo el cuchillo en una mano y el morrón en otra mano-. Y déjeme redoblar la apuesta. Hace sesenta años, los coleccionistas se hacían los autitos de madera. Luego llegaron los modelos de papel y finalmente los kits plásticos (años cincuenta/sesenta). Después el famoso diecast. Primero, los autitos se vendían de a uno, pero ahora le venden la colección completa, hasta le dictan los modelos que debe tener en su vitrina. No se puede negar que los modelos mejoraron, pero al mismo tiempo, es notoria la disminución del compromiso del comprador, ya no arma, no recorta, no pinta, no modifica, ni siquiera destornilla de la base, y algunos ni siquiera sacan de la burbuja. Es un signo de los tiempos, el progreso va para ese lado, y no sólo en coleccionismo. Hoy hay más oferta, el autito está más cercano, en precio y distancia de casa al kiosko, pero esa facilidad nos impulsó a la compra indiscriminada. Está en cada uno de nosotros tomar un camino o el otro.
Ortega todavía desconfiaba del menú sorpresa que le prepararía su amigo.
- Y qué más le pone a eso?
Sin decir palabra, Gasset le mostró una morcilla, que estaba pelando pacientemente, como si fuera una banana pasada de madura.
Ortega siguió con su teoría.
- El tipo que compra una colección es coleccionista de colecciones, no de autitos. Ni saben que significa "DieCast". Las editoriales aprovechan esta ignorancia y sacan infinidad de colecciones, hasta en escalas inventadas o directamente fuera de cualquier escala. Apenas un puñado de coleccionistas siguen estas colecciones. El resto es la manada que en unos meses dice venden la colección completa a $10.000.000", y se ponen a comprar la colección de "Billetes del mundo".
Cuando Gasset terminó con la morcilla, la desparramó sobre la fuente y tomando una vieja cacerola tiznada por fuera y por dentro, extrajo un pedazo de mondongo. Lo puso sobre la tabla y lo cortó en finas tiras, como si fueran fideos caseros. Sólo habló cuando reparó en su amigo que lo miraba aterrado.
- Por favor, alcánceme de la heladera un frasco de dulce de leche.
Ortega lo miró con horror en sus ojos, conteniendo las arcadas.
- Me niego!
Gasset lo ignoró.
- Por favor, no sea estructurado, ya le dije que esto es cocina experimental! Le iba a decir, el otro día leí un post de un tipo de 83 años, 50 de ellos dedicados a armar kits de white metal y resina.
Ortega respondió resignado mientras se dirigía a la heladera.
- Parece ser, que solo los gerontes son coleccionistas. Cuando esa gente ya no esté, el coleccionismo que conocemos, habrá desaparecido a manos de las editoriales y de la gente que compra coleccionables...
Entregó el frasco de dulce de leche a Gasset.
- No me ponga esa cara, abra el frasco y mire. Ve esos grumitos blancos?
Gasset lo miró con ojos aterrorizados.
- Por favor, deje los convencionalismos, es simplemente ajo picado! Los neocoleccionistas se van a aburrir mucho sin nosotros, sin nadie de quien reírse.
Gasset pintó el mondongo con el dulce de leche aromatizado con ajo. Ortega respondió pensativo.
- Es cierto. Se van a tener que hacer bullying entre ellos... Como se imagina la generación de coleccionistas siguiente a la actual de kioscos? Me refiero a la personalidad del coleccionista. Hoy se enojan con la editorial y compran cualquier cosa, sin saber nada del autito. Y la siguiente?
Gasset se tomó todo el tiempo del mundo para terminar con la fuente agregando algunos vegetales, luego miró a su amigo y le espetó.
- Las generaciones Z y Alfa (nacidos unos después de 2000 y otros después de 2010) vienen con muchas preocupaciones, con poca plata y sin ganas de nada, difícilmente se dediquen a coleccionar. Y si coleccionan, van a ser colecciones desganadas, arbitrarias e irregulares, casi por casualidad: un autito que me gané en una rifa, otro de la promo Shell, uno de un huevito Kinder, uno que me regaló la tía Pocha cuando cumplí 7 años y otro que me compró mi novia en el primer aniversario. No espere sutilezas, al menos hasta que crezcan, acuérdese que el coleccionista se despierta a los 40.
Ya con el horno cocinando la cena, Ortega repitió su pregunta anterior.
- Lo vio al último de la colección de Americanos? El Corvette azul.
Gasset entrecerró los ojos.
- El Corvette, el auto con forma de botella de refresco, el deportivo barato de los yankis pobres. Sí, lo vi. Me gustó.
- Qué le gustó? -preguntó Ortega mientras manipulaba una botella de vino para quitar el corcho.
- El color, la limpieza del diseño, la limpieza de la trasera. Los escapes, las luces, son una delicia.
- No le vio algo raro, como que le faltara algo? - preguntó Ortega ya con el corcho en la mano.
- Piense que es un auto con pocos insertos, si ni siquiera tiene manijas en las puertas, gracias que tiene un espejito lateral, uno solo! Está condenado a verse como incompleto. Por eso le aplaudo las tampografías que llenan un poco los espacios -miró a su amigo al tiempo que se ponía de pie y avanzaba hacia la cocina- Y a Usted qué le pareció?
- Lindo, pero no le encontré los limpiaparabrisas.
- Epa! No será que estaban escondidos abajo del capot?
- No sé, estuve mirando en la web y es como si los C3 no tuvieran escobillas.
Gasset abrió el horno y sacó la bandeja, envuelto en una nube de vapor.
- Es que Usted mira el vaso medio vacío, el bosque no le deja ver el árbol. No le gustó la delantera, con esa parrilla que parece tener pintura negra entre cromo y cromo? -sacudió las manos para disipar el humo y miró a su cofrade-. Trajo vino? Permítame.
Ortega le alcanzó la botella, Gasset echó una cantidad generosa de vino sobre la bandeja y le dijo.
- Acérquese con esos dos platos, ahora viene lo mejor!
Ortega tomó los platos y, arrastrando los pies, se acercó a su amigo.
That's All Folks!
Gaucho Man
el avieso
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viernes, 4 de abril de 2025
corvette c3 - enciclopedia 1/43
miércoles, 19 de febrero de 2025
chevrolet camaro z28 1970 - enciclopedia 1/43
CAMARO QUE ME HICISTE MAL
Y SIN EMBARGO TE QUIERO
Ante todo, aclaro que el vocablo Camaro es una europeización de "camarada", como decir un amigo (no tiene nada que ver con los camarones y los camarógrafos). Es curioso, Ford proponía un escolta (Escort) y Chevrolet un amigo, un camarada.
A riesgo de ganarme muchos enemigos, les confieso que nunca me gustó la primera versión del Camaro; siempre la vi incompleta, como que la hubieran hecho apurados, y que le faltara algo, por falta de tiempo o de presupuesto (recuerdo uno que ni siquiera tenía cuentavueltas en el tablero).
Sé que eso en términos deportivos se traduce como diseño radical, crudeza, fiereza, o simple brutalidad, pero no me alcanza. Por ejemplo, la trompa, con los faroles expuestos u ocultos, no resistía comparación con la del Mustang o cualquier otro contemporáneo, la vista lateral también se veía desprovista, si ni siquiera tenía parantes centrales! Siempre me quedé esperando algo más.
Ese "algo más" llegó con esta segunda generación.
Me enamoré de esta segunda generación de Camaro cuando leí una revista Corsa de 1971 dedicada a un salón del automóvil (yo tenía ocho años). Analizando el styling de este modelo, comentaban que esta trompa tenía rasgos comunes, o quizás cierta inspiración en el Cobra, aunque en ese tiempo yo ni sabía lo que era un Cobra.
Qué sorpresa agradable encontrarlo entre las entregas de esta Enciclopedia de Autos Americanos.
Juro que me sentí emocionado, poder consumar mi amor con el Camaro, con una reproducción tan lograda, y a precio contenido!
La presentación es soberbia, el color es maravilloso, si yo pudiera comprarme un deportivo, como por ejemplo un Cobra, lo pintaría así es decir cris metalizado oscuro con rayas negras.
LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL CAMARO
Hablando del modelo, primero veamos su huella digital, bastante sintética por cierto: apenas el nombre y escala del auto y un sello de Chevrolet, imagino que tiene que ver con la licencia.
Por lo demás, tiene unos bajos bastante detallados y los escapes cromados agregados sobre la trasera.
El modelo mide 11cm que multiplicados por 43 da 473cm, unos cuatro cm menos de lo que debería medir según Wikipedia y Google.
Es ancho, masivo, afilado y bajo. Para que se entienda mejor, vean este modesto cuadro comparativo, el Camaro se encuentra entre los más grandes.
La trompa es increíblemente afilada, en la vista lateral se adivinan rasgos de los contemporáneos Ford Maverick o Pinto.
Hablando de la delantera, está bien hecha, se entiende lo que se quiso hacer y se logró bastante bien. Dos faroles grandes y dos chiquitos. Los grandes están bien replicados, sin pinchos, pero los chiquitos están oscuros, como ciegos.
Destaca la calandra cromada, con el cartelito Z28.
La patente de Ohio, 1970.
Las ruedas son una maravilla noten las tampografías con la marca del neumático.
El interior es esquemático, monocromático y poco visible, por lo que se ve el volante también es negro y el lo único que rompe la monotonía negra es la palanca de cambios cromada.
En alguna foto desde adelante, se aprecia el asiento con dos tonos aunque creo que esto es más una ilusión visual por la textura del plástico (escuela Bburago).
Los espejos laterales son chiquitos como los que se usaban en ese tiempo.
Los limpiaparabrisas están escondidos abajo del capot, y están tan prolijos que juraría que son piezas separadas.
Siguiendo por los costados, están las manijas de puerta, los bordes de la ventana y el agujerito de la cerradura, todo con pintura aluminio.
En los extremos delantero y trasero están los catadióptricos laterales.
En mi modesta opinión, la trasera es lo mejor del modelo.
Tiene cierto family feeling con el Corvette al menos en los cuatro faroles redonditos con aro cromado.
Estas luces son una belleza, realzada por el color oscuro del auto.
Para destacar la patente, en ángulo, pero finita como si realmente fuera de chapa.
No es como las patentes de nuestros Inolvidables que parecen impresas sobre un volumen de la Enciclopedia Británica.
Completan la parte trasera con la patente de Ohio y las dos salidas del tubo de escape.
EL AÑO QUE VIENE A LA MISMA HORA
El primer número de la colección fue un Mustang, no lo tuve en la mano, pero lo vi de cerca en un kiosko y también recibí comentarios muy positivos.
El segundo número fue este Camaro, también sobresaliente.
Esperemos a ver cómo sigue.
Uno de los próximos es el Corvette, yo ya me lo tengo anotado.
That's All Folks!
Gaucho Man
el irredento