Toc toc!
Ortega golpeó la puerta, sin muchas ganas.
- Adelante! -se escuchó la voz nasal de Gasset.
El ambiente estaba oscuro y tan desordenado como siempre, pero Ortega fue invadido por una asfixiante atmósfera con olor a caca de gato.
- Qué es ese olor? dónde está usted que no lo veo? -preguntó Ortega-.
- Acá abajo -respondió Gasset-, limpiando bosta.
La mirada de Ortega debió ser muy inquisitiva porque Gasset debió seguir explicando.
- Se acuerda que traje un gato para que me coma las ratas? Ahora por la mañana, no solo encuentro caca de rata, sino también caca de gato. Voy a tener que hacer algo urgente.
Ortega traía un autito pero consideró que no era oportuno sacarlo del bolsillo. Se sentó en un banquito desde donde podía mirar el generoso traste de Gasset, que seguía limpiando la porquería del piso.
- Hace rato que no tengo novedades suyas. Cuénteme en qué anda -aulló Gasset sin dejar su ingrata tarea-.
- Estoy con parálisis paradigmática -dijo Ortega en voz baja.
- No se me va a deprimir ahora -dijo Gasset mientras se agarraba de una mesa para ponerse de pie, y agregó tratando de sacarse el olor mierdoso de la nariz-, piense que estamos en primavera.
Ortega todavía tenía la mano en el bolsillo y tocaba el autito. Gasset lo interrumpió.
- Pónganse a escribir algo de lo que a usted le gusta y se va a poner mejor.
Ortega le respondió sin siquiera devolverle la mirada.
- Qué difícil se me hace el blog!
Gasset lo vio tan indefenso que solo atinó a abrazarlo. Se limpió las manos en el pantalón y se acercó con pasos bamboleantes para abrazar a su amigo, que al sentir el olor y las manotas de Gasset en la espalda, trató de desembarazarse del abrazo.
Aún forcejeando contra el inmundo abrazo, Ortega continuó.
- ... es la falta de tiempo, me gusta escribir la historia de cada auto, pero lleva tiempo recopilar y no caer en algo ya hecho.
Gasset, emocionado por la pena del amigo, le propinó contundentes palmadas en la espalda.
- Vamos amigo, piense que la internet no espera -se puso de pie señalando algún punto cardinal con aires de prócer exaltado-. La internet tiene memoria. Cada post es un capítulo de su libro, su historia queda para la posteridad.
Su perfil parecía extraído de alguna moneda antigua.
- Qué tiene de bueno hoy?
Ortega sacó la mano, abrió los dedos y dejó a la vista a una magnífica reproducción...
EL AUTITO DE ORTEGA
Ortega y Gasset dedican este post al amigo Antonio, decano del blog, prócer del coleccionismo, e influencer de nuestro aburrido colectivo. Algún día, nuestros blogs serán como el de él.
Es que más allá del indiscutible mérito de Antonio, quizás éste autito le traiga recuerdos.
No voy a hablar de un Antonio infante, vestido con pantalones cortos jugando con este Sierra, arrodillado en la vereda, pero seguramente lo miró con curiosidad en los noventa, en la vidriera de algún comercio.
El modelo es de Guisval, comprado en 1998.
Del ChatGTP pude enterarme que la empresa Guisval fue fundada en 1962 en Ibi, Alicante, y que el nombre "Guisval" proviene de la combinar los nombres de sus fundadores: Vicente Guill y Manuel Valero.
Aparentemente, Guisval siguió un derrotero similar al de Bburago, debatiéndose siempre entre el mercado juguetero y el incipiente nicho coleccionista que se iba conformando en esos años.
Y un dato interesante: este Ford Sierra fue lanzado en 1983, apenas un año después que el homólogo de tamaño natural.
Dejando de lado las limitaciones tecnológicas de esos años, podemos clasificarlo como un juguete con aspiraciones.
La escala, proporciones, y hasta el modelo elegido (que entiendo que no estaba disponible en Europa), apuntan a un mercado específico, aunque en vías de desarrollo.
Las puertas aperturables y las ruedas tipo Superfast apuntan más al mercado juguetero.
Lo que más sorprende es la finura del metal, con un espesor casi impensable que le da una apariencia frágil. Parece tener menos metal que un 1/64.
Como comentaba, tiene las puertas aperturables, aunque la prudencia me indicó no tocar ni forzar los ténues paneles. Ya he tenido una mala experiencia con un BMW de Guisval atacado por la peste del Zamak.
Las ventanas muestran un interior apenas esquemático, en plástico rojo.
De todos modos, sorprende con la guantera demarcada en el tablero, frente al asiento del acompañante.
Lo interesante es que ese mismo plástico interior, presta su color a las luces traseras, el sistema Majorette que también hemos visto en Bburagos y quizás en algún Buby de las últimas hornadas.
El único problema de este método es que condiciona a fabricar el modelo con asientos e interior rojo, no quiero imaginar luces traseras hechas con el plástico de un interior verde o azul.
Para las luces delanteras, repite el esquema, usando extensiones del plástico transparente.
Finalmente, agrandando las dos últimas fotos, los años han dejado su pátina en la pintura.
Podemos culpar a Guisval o al fabricante de la pintura, pero quién se iba a imaginar que alguien podía guardar este autito durante 40 años?
Ni siquiera Ortega hubiera sido capaz de tanto!
That's All Folks!
Gaucho Man
el devenido