
LA CAPSULA DE TIEMPO
Mirando para atrás, los primeros 1/43 llegaron en mi primera infancia y pasaron directamente al recuerdo: un Ford GT40 de Solido, un Mercedes de Buby, y un Fiat, quizás de procedencia italiana.
Todos ellos fueron cabalmente extraviados y sólo viven en mi recuerdo.

Este Ford Capri sobreviviente llegó a mis manos cuando tenía diez u once años, una edad en que ya tenía conciencia de conservación de autitos y esa una de las circunstancias que le aseguraron el pasaporte a la posteridad.
El modelo fue traído de Miami por la madre de un pibe vecino que hoy también está perdido en el tiempo.

Su gran tamaño lo hacía inútil para la pista e incompatible para compartir con los 1/64, es decir que quedaba relegado en cualquier juego.
La escala 1/43 es la otra circunstancia que lo mantuvo vivo, en el estado de conservación en que se encuentra, hasta hoy.

El modelo representa un "funny car", según la terminología, aunque no logro imaginar qué veían de gracioso los yankis en estos autos.
Según la Wikipedia, los funny cars son autos con carrocería de fibra montadas en robustos chasis, que se usan para las carreras de aceleración.

No confundir con los dragsters.
Los dragsters tienen el motor atrás del conductor y no tienen carrocería; como si fueran un fórmula uno sesentoso muy largo y flaco.
Los funny tienen el motor delante del conductor y si bien las formas son muy aproximadas, desde afuera y sin anteojos, se ven como un auto de calle.
Hay un montón de especificaciones reguladas para calificar en la categoría, aunque la Wikipedia no dice nada de la carrocería aperturable.

ANATOMÍA DE UN SOBREVIVIENTE
En cualquier caso, causa cierta ternura el esfuerzo de los ingleses de Corgi para adaptar un auto inglés como el Capri para recrear un coche gracioso a la usanza yanki y vender en el país del otro lado del océano.
Tanto esfuerzo para terminar en estas pampas guardado en una caja durante cuarenta años.

Hay que aplaudir los calcos de legítimo papel autoadhesivo, que sobreviven tras tantos años, manteniendo colores y adhesividad.

Apreciamos la costumbre de Corgi de complicar sus modelos con mecanismos que aunque resulten mínimos, fueron la entrada a la mecánica para muchos de nosotros.
En este caso, hay un botón disimulado en el paragolpes delantero que al ser accionado, libera un resorte escondido en el baúl y levanta la carrocería.

La idea era presionar suavemente el paragolpes y la carrocería quedaba liberada para abrirse. Obviamente, el jueguito era tirar el auto para que choque contra la pared y observar la carrocería saltando en franca apertura.
Lamentablemente el resorte se perdió en el tiempo y fue reemplazado por otro de menor potencia. El efecto es que el autito no puede soportar su carrocería en posición abierta.
Por eso tendrán que sufrir mis manotas en las fotos de la apertura.

La apertura muestra una pieza articulada en el capot y que desliza sobre el chasis, que ayuda a mantener la robustez del conjunto, sobre todo en la posición abierta.

Abriendo el conjunto, queda a la vista el motor con cárter y toma de aire en color cobre.
Los escapes, también en color cobre son una delicia.

Notar la toma de aire que al bajar la carrocería, termina asomando por una apertura en el parabrisas.

Más atrás hay una robusta jaula antivuelco que atesora un monigote que representa un conductor con buzo antiflama y un casco de curiosa configuración.

LA VERDAD DE LA MILANESA
Por lo que pude averiguar, Santa Pod es una pista para carreras de aceleración, sita en Inglaterra, en algún lugar entre Londres y Birmingham.
La sorpresa fue comprobar la existencia real del engendro.
O al menos de uno muy parecido.
(la gráfica es muy similar).

Por lo que pude leer, este auto fue llamado "The Sting" y fue el primero -o de los primeros- funny cars en Inglaterra, desarrollado por un tal Phil Edson.
Esta foto es de los ochenta, es decir, posterior al momento que Corgi fabricó el autito.
Quizás esa brecha de tiempo justifique las pequeñas diferencias entre uno y otro,
les dejo la inquietud.
That's All Folks!
Gaucho Man
el adecuado