UN FENÓMENO LLAMADO TORINO
Después de muchos años aprendí a ver a mi padre como un tipo que era básicamente un papanatas como yo, desinteresado y desinformado como yo.
Quizás la diferencia a su favor es que él vivió tiempos de menor información. Yo transcurro la era de la internet y no tengo excusas.
También a su favor cuenta el título de ingeniero que yo jamás pude igualar, ni siquiera de lejos.
Pese a semejante título, y tal vez a causa de la mencionada desinformación, mi viejo sabía muy poco de autos.
Pero le gustaba el Torino. Seguramente sabía que era un seis cilindros, pero lo más probable es que no supiera ni de sus Weber ni de su tren trasero multibrazo con barras de torsión heredado del Bergantín, que a su vez, era una herencia de Alfa Romeo.
Es que eran otros tiempos, creo que había pocos tipos en el país que supieran de la existencia de Pininfarina o de un auto llamado Rambler, que fuera legítimo antecesor del Torino.
Fiel a ese estilo, hoy en día yo tampoco me intereso por los CV de un McLaren o la aceleración de un Aston Martin. Y no es porque no esté la información disponible, sino porque soy un paparulo desinteresado y desinformado, como lo era mi viejo.
Y que los puristas sepan perdonar la comparación del Torino con el McLaren o el Aston Martin.
Lo interesante del caso, es que mi viejo, sin tener tanta información intrínseca, sabía o entendía que el Torino era algo especial.
Quizás fuera una suerte de intuición masculina, o el efecto de la publicidad (que era menos mediática pero igualmente llegaba a donde debía llegar, aunque tal vez más despacio), pero cuando veía un Torino se queda mirándolo y yo creo que toda su ingeniería, todos sus años estudiando, no le justificaban esa devoción casi instintiva por el Torino.
Para él, el Torino era algo especial, algo superior.
No necesitaba entender la máquina para quererla. No se interesaba en la potencia, performance, revoluciones o sistemas identificados con acrónimos incomprensibles. La máquina le entraba por los ojos y e iba derecho al corazón, como una patada en el pecho, como un disparo dentro del cerebro.
Amaba al Torino. Varias veces me subía al auto (el viejo Ford Falcon que ya conocieron) y nos íbamos juntos a alguna concesionaria a mirarlo. A veces entraba y conversaba con algún vendedor, otras veces lo mirábamos desde la vereda. El Torino estaba ahí para ser admirado y él así lo disfrutaba.
UN FENÓMENO LLAMADO COMAHUE
Ahora que entendieron el fenómeno Torino en mi familia, traten de imaginar lo que fue con el Comahue.
Hoy en día se ve al Comahue como un injerto imperdonable, una inspiración trasnochada, algo inexplicable.
Quizás la palabra sería "mersa", o "grasa".
Esa trompa de fibra de vidrio anexada a la carrocería, divorciando la afilada delantera de la escueta aerodinamia del parabrisas. La toma de aire sobre el capot era una declaración de intenciones, en algunas unidades pintada de negro, es decir un capot con el 70% de su superficie cubierta por una mancha negra con un agujero a cada lado.
En los laterales, a la altura de los parantes traseros, tenía unos apliques que quizás pretendieran parecer tomas de aire. Quizás quedaban lindos, pero...
Lo mejor estaba en la trasera. Esa luneta larga, descendiente, con un ancho parante central, parecía traído de la NASA, como si hubiera sido el parabrisas de una nave supersónica desguasada.
No podía imaginarse un auto más sofisticado.
Recuerdo haber visto una unidad que tenía el baúl recubierto con cuero de vaca, cuero peludo de vaca, con pelos blancos y negros. O el detalle ultra kitsch de poner una whiskera con dos o tres vasos atrás (adentro) del apoyabrazos trasero.
Hoy podríamos perdonarle la vida usando la calificación "extravagante". Una curiosidad graciosa, como cuando leemos la inocencia de un chiste de Mafalda, pensando en un sentido del humor que perdimos hace muchos años.
No, no es así.
Hoy diríamos "mersa" o "grasa", pero en sus años, era un símbolo de status, altísimo status. No sé cuántos bebieron de ese whisky, no sé cuántos acariciaron el cuero peludo de la extinta vaca.
Ese auto acreditaba glamour instantáneo al portador, lo transformaba en el hombre del año o en el play boy del momento.
No era mersa, no era grasa.
El Comahue era la quintaescencia del Torino, era un Torino superior.
Un inalcanzable objeto de deseo, una impensable mezcla de estilo y potencia deportiva, como quizás lo fueran una Ferrari o un Jaguar en el viejo mundo.
UN FENÓMENO MI VIEJO
Hicimos varias peregrinaciones a la agencia de Lutteral en la Avenida del Libertador.
En ese tiempo sin autopista, en un día no laborable de poco tráfico, era una hora de ida y otra hora de regreso.
Recuerdo el viaje, acariciando mi Kodak Instamatic 125 para sacar alguna foto, inmortalizar un Comahue en un recuerdo blanco y negro, fuera de foco y mal iluminado.
Recuerdo alguna vez que fuimos y no había ningún auto, se ve que habían vendido mucho.
Recuerdo la siguiente excursión con la incertidumbre de no saber si habría alguna unidad.
Era llegar mirar un rato, subir al auto y regresar a casa.
Años después, yo repetía el ritual pero el local ya no era de Lutteral.
Cincuenta años después, a veces paso con el auto, y todavía no puedo evitar que mi mirada se escape al local que todavía existe, pero alquilado a un concesionario de autos asiáticos, Busco con la mirada por si hubiera quedado algún Comahue escondido, pero nunca vi ninguno.
Mi viejo jamás manejó un Torino. Tenía su viejo Falcon modelo 65 que luego cambió por un Renault 12. No creo que en ningún auto haya manejado a más de 110, como yo.
Igualmente, me transmitió su amor por el Torino, como máquina de un orden superior, esa es la mejor herencia que me dejó.
UN FENÓMENO INOLVIDABLE
El modelo de Salvat peca de estar "dibujado con regla", creo que esta expresión define los planos chatos, la profusión de líneas y ángulos rectos. El auto real era más redondeado, por ejemplo en la luneta trasera.
Por ejemplo en los paragolpes, sobre todo los delanteros, vistos desde arriba. Los autos suelen tener aspectos que se ven rectos o planos, pero en realidad esas formas aparentemente simples, son complejas concavidades cruzadas con curvas de difícil resolución. Ese es el trabajo del diseñador, la magia de Pininfarina, hacer algo que parezca simple pero que es endemoniadamente complejo. Ese es el problema del chino diseñador de estas reproducciones: cree que todo es fácil, como se ve a primera vista. En el Comahue real, los paragolpes parecen rectos, la luneta trasera parece recta y plana, el techo parece plano. Pero nada es lo que parece, busquen Comahue en Google y me van a entender.
Pese a todo esto, el modelo está razonablemente bien hecho y me atrevo a decir que es el mejor Torino, quizás apenas superado por el 4 puertas, Grand Routier o en versión patrullero.
De todos modos, tiene varias fallas, por ejemplo las ventanas laterales que se ven achicadas por el exceso de cromado perimetral en los transparentes. Una solución sería quitar esos transparentes y dejar un Torino con ventanas abiertas. O rehacer las transparencias con plástico de algún blister olvidado.
Creo que lo peor son las ruedas. Necesitaría un rodado un talle menor, que también acerque la carrocería al piso y lo muestre un poco más bajo.
Tanto defecto contrasta con las trasera propiamente dicha, las luces son un primor. Tanta belleza, hace que uno realmente eche de menos las luces delanteras.
UN FENÓMENO FAMILIAR
Por si quedara alguna duda, mi viejo está vivo, tiene 85 juveniles años, camina 20 km tres veces por semana, lee mucho, está terriblemente informado de temas científicos y económicos, todo lo que tenga que ver con altas matemáticas y tecnología de punta.
No sólo me heredó el rollo del Torino, sino una forma de ser, que a veces detesto, pero no puedo evitar, soy así, soy él.
En su vida hizo grandes cosas, aunque también hizo disparates, algunos le salieron bien y otros le salieron mejor.
También se equivocó en algunas cosas, como todos, como yo mismo.
Dios le de larga vida a mi viejo, se lo merece.
That's All Folks!
Gaucho Man
el disoluto
Bueno, al ser un modelo autóctono y nada conocido fuera de Argentina (me equivoco?) no puedo echarle encima la mística que tú le pusiste, pero además confluye una historia familiar y personal con él y en esos berenjenales no tengo por costumbre meterme.
ResponderBorrarYo como puro aficionado a los automóviles y demás cosas con ruedas o en su defecto cadenas te digo que este Torino tiene su puntito y se puede conseguir (al menos por aquí) a precios muy básicos y en cantidades industriales. No parece, en este caso, haber tenido mucha repercusión en este continente y eso que no carece de interés.
Peor para ellos! Considero hacerme con él próximamente, si los astros me son propicios.
Cuida mucho a tu padre, me encanta tu admiración por él... También (y entre nosotros) creo que hizo un buen trabajo con un hijo que tiene llamado Eduardo, es un buen tipo, no sé si lo conoces...
Hola Antonio gracias por tus palabras.
BorrarLa verdad es que empecé el post sin pretender hablar de mi padre; sólo pretendí describir la reacción de un adulto contemporáneo al fenómeno y la única forma de describir la el impacto del Comahue era a través de las reacciones de mi padre y así fue cómo surgió todo.
No pretendí poner sensibilizar ni sentimentalizar la relación con mi padre, que después de todo, con sus aciertos y errores, es más o menos como cualquier otro padre de cualquier otra persona.
Me sorprende el desinterés por el Comahue a escala, pero considerando los autos que hay en Europa, el Comahue, nuestra joya vernácula, pase desapercibido, apenas haciendo sombra en el piso...
ResponderBorrarHola otra vez por aquí.
Una vez leído este bonito reportaje, no me quedó claro a quién quieren más los argentinos: si a su viejo, o a un Torino. Nooo. Por supuesto, estoy de broma, aunque no tengo dudas que por ahí siempre estarán "encoñados" con este vehículo por los siglos de los siglos. Y un saludo para su padre, que a buen seguro estará orgulloso de todo lo alcanzado en vida, familia incluida.
La miniatura ciertamente no es de lo más logrado, si la comparamos con las fotografías del auténtico Comahue. Resulta incluso poco afortunada, aunque esté plagada de buenas intenciones, pero aún así, sigue transmitiendo poderío.
¿Pero sabes qué? Que todo eso importa una higa. Porque de lo otro, lo de enamorar, o al menos gustar, eso ya está logrado de antemano. Y todo ello por lo que siempre digo: no hace falta que una miniatura sea perfecta ni exclusivamente cara para que provoque en nosotros el deseo de poseerla. No todo se trata de dinero, y en este caso, el trasfondo histórico, sentimental y personal ya consigue que se vea a un cochecito con buenos ojos. Suficiente como para querer desearlo.
PD: Lo de las ventanas empieza a ser un problema no solo en esta colección, sino también en algunas de este otro lado del charco. No sé qué demonios les pasa últimamente a los chinos con esas ventanas tan mal dimensionadas, ni esos transparentes infectos que en muchas ocasiones están mal encajados, y a veces incluso cortos de medida…
Te voy a discutir lo del autito poco-mucho-feo-logrado.
BorrarQuizás teniendo el modelo en la mano, teniendo UN SOLO modelo, ninguno para comparar, sumando carga emotiva, podemos estar contentos, mirar y admirar la reproducción.
Pero cuando hablamos en términos de colección, necesito y exijo cierto standard de regularidad entre las partes. La primera exigencia es la escala. Si bien en la mano puedo tenerlos y obviar la diferencia de tamaño, en la quietud de la vitrina, necesito que todos tengan el mismo tamaño, como si de un estacionamiento se tratase.
Hilando fino, el siguiente punto es la terminación, el detalle. Por ejemplo, no podría incluir un juguete de plástico soplado, aunque tenga el mismo tamaño.
Un viejo coleccionista, que ya no está entre nosotros, decía "colecciono autos en miniatura, no miniaturas de autos".
Esa frase es todo una declaración de principios, un compromiso de dejar afuera todo lo que sobre.
No sé si soy claro, quizás la mejor explicación está en la vista de una vitrina variopinta, imagina (por ejemplo) un autito de la infancia casi despintado, uno de promoción de estación de servicio, otro de plástico soplado, otro de enciclopedia actual, uno de chapa con motor a cuerda y otro de huevito kinder. Quizás vaya como colección de autitos, pero no de autos reales en miniatura.
Como decía Groucho "Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros!"
Finalmente, coincido con los transparentes tan sucios, sé de gente que desarma los autos y los limpia, que quedan razonablemente bien, pero no todos son fáciles de desarmar. Yo quise desarmar este Comahue para bajarlo un poquito y no pude hacerlo!
Bonito homenaje a tu viejo.
ResponderBorrarEs curioso pero nunca he sentido un vinculo especial con mi padre, a pesar de que es un buen hombre y me ha dado todo lo que le pedí y necesitaba, pero era como si estuviéramos en dos mundos diferentes con intereses desparejados, en cambio por ejemplo sentía mayor conexión con mi abuelo materno con el que compartíamos mayor numero de aficiones, entre otras la admiración por los coches.
entiendo que el Comahue era lo que hoy se llama un coche aspiracional no me extraña que te despertara expectacion, recuerdo que en mis años chicos también veía un Renault Fuego y me daba un vuelco el corazón.
Un saludo.
Las relaciones familiares tienen tiempos, períodos, muchos factores y aspectos varios, dependiendo también de quién está a cada lado de la ecuación.
BorrarYo estoy apreciando más a mi padre ahora, que no vivo con él. A veces nos pasamos horas conversando, aunque hay temas que no se tocan.
De todos modos, no hay que juzgar a los padres por nada de eso. Cada uno hace lo que puede.
Hay aspectos y conductas que sólo pude entender cuando yo fui padre, treinta años después.
La unión entre Torino y mi padre es total: en 1968 me sacaba fotos en el autódromo con los Torino de TC, juntos escuchábamos por radio los reportes desde Nurburgring en 1969 y desde el costado de la ruta saludábamos a Di Palma al pasar con su Toro en el GP de 1975. Mi padre tuvo 4 Torino: 2 Grand Routier y 2 coupé TSX; con ellos aprendí a manejar, piloté los cuatro y hasta me di el gusto de girar en varias oportunidades en el autódromo de Paraná, en esas épocas abiertas al público. Hoy que ya no está entre nosotros, cada vez que miro un Torino en mi vitrina me acuerdo de esas aventuras que vivimos juntos.
ResponderBorrarAbrazo!
Claro, tu viejo también era torinero, y en primera persona!
BorrarSe ve que apreciaba la cosa buena, y qué bueno que llegaste a manejarlos.
Tu padre ya no está pero te dejó un buen recuerdo, no es poco!
Primero, que bueno que aún tengas a tu padre y sobre todo con buena salud. Lo mejor es ese vínculo y esa forma de ser heredada hacia ti.
ResponderBorrarAunque admiro mucho a mi padre y siempre me procuró, nunca fuimos muy cercanos y siempre me reprochó mi gusto por los autos aun cuando a él le gustaban pero siempre en un segundo término. El siempre exigente y yo siempre algo rebelde.. Seguimos igual.
Y a sus 89 años sigue siendo super inteligente, mucho mejor que yo, con sordera y ahora mas cascarrabias..
Ja, ja.. pero se le quiere
Quiere mucho a tu padre que así como los hijos, los padres también son prestados.
Entiendo esa admiración y conexión por los Torino y el Comahue.
Aunque le veo raro y extravagante, incluso desde el nombre que aun me pregunto como se pronuncia por allá, seguro estoy que de tenerlo enfrente me contagiaría.. y mas de haber sido en mi juventud.
Un deportivo, un fenómeno, tan local, autóctono y motivo de orgullo.
Gran miniatura.
Saludos!!
Empecemos por la parte fácil: "Comahue" es una zona al sur del país y es una palabra indígena, que significa "mirador", lugar desde el que se mira lejos. No sé cómo lo pronunciarían los indios, pero para nosotros era /comaue/, así de sencillo.
BorrarEn cuanto a los viejos, cada familia es una historia distinta, incluso dentro de una misma casa, cada hijo, cada padre o madre, tiene distintas versiones del mismo fenómeno.
Pero con los años, surge un manto de comprensión que ayuda a olvidar los pecados, personar ofensas y encontrar la paz con los mayores.
Uno aprende que los viejos no cambian y que si uno realmente quiere llegar al viejo, debe cambiar uno.
Con esto de la pandemia, me veo poco con mi padre, pero cada tanto tenemos nuestras conversaciones.
Y es bueno comprobar que el viejo está bien, por muchos años más.
Cierto. A veces hay que cambiar y adaptarnos nosotros, de hecho debemos hacerlo porque siguen siendo nuestros padres.
BorrarMe alegro por ti y tu padre que se encuentre bien.
Saludos !!
Gracias Amigo Mío
BorrarMuy lindo el autito!
ResponderBorrar(Siempre me reclama que comente eso!)
Mmmmm... Reclutar a GauchoPadre como comentarista estrella de modellbaus seria un golpe muy bajo...
Impropio...
Ruin...
Inescrupuloso...
...
...
...
ME DA EL MAIL?
A sus años, mi viejo es muy probable que lo saque corriendo, no le gusta escribir y el tema diecast no le interesa.
BorrarPero el mayor peligro, es que le diga que sí.
Aunque no para escribir, sino para usar la palabra verbal.
Tiene que disponer de un rato largo, como para romper el hielo.
Más allá de eso, no respondo por él, ni por Usted.
Muy buena reseña, sobre todo por lo anecdótico de tu padre y su devoción por el Torino, pero pese a todo si no quiso o no pudo comprarlo al menos manejaba un Falcon, auto grande. En cambio mi viejo, cuando yo era chico tenia un Fiat 600, recién cuando tuve 10 años cambió a un Renault 12, y fueron varios doces más después, hasta que llegó el 18.
ResponderBorrarYendo al autito, como todo Torino Salvat de pura cepa me dejó con sabor amargo, como mal logrado y mal elegido también, porque si iban a hacer un solo Comahue, el que iba era el de la foto que pusiste real, ese con la franja al costado, las llantas Proto y la trompa diferente al que finalmente sacaron que fue el menos difundido, el SST que tenía todo el tablero digital con esos números rojos como los relojes pulsera Texas Instruments, te acordas?
Quizá estaba en el tintero sacar el otro, no lo sé, la cuestión es que me quedé con las ganas de ese Comahue, el más visto de todos, y en algún color verde limon con franja negra, en fin...
Tampoco me gustan las ruedas de este modelo, un talle o dos más grandes de lo que corresponde.
El Falcon era auto grande pero con menos estabilidad que una bicicleta, ya hay una anécdota que casi se lo pone de sombrero! Quizás el Fitito era más seguro (y el R12, que después de los sesentosos, era como subirse al Enterprise!).
BorrarDel autito coincidimos en todo, yo también hubiera preferido la trompa con luces explícitas, o sino la trompa Pininfarina sin modificar del primerísimo Comahue. Tampoco me gusta este último Comanue con trompa espacial, ni siquiera es representativo de la familia Lutteral.
De las ruedas, no estoy seguro si el problema es el tamaño o la ubicación del eje, yo quería desarmarlo para plancharlo un poco, pero me rendí cuando vi que el segundo tornillo venía escondido en algún lado.
A la larga, parece un complot, el lema es "no hacer ningún Torino bueno". Quizás estén preparando para sacar otro coleccionable "Torinos bien hechos", pero no creo que sea inmediato. Mientras tanto, cada Torino que sale, para nosotros es un Torino menos.
(leí alguna vez lo del tablero digital pero la verdad es que no recuerdo haber visto esos dígitos rojos, quizás lo vi en alguna revista o exposición, pero la verdad es que no lo recuerdo)