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miércoles, 26 de junio de 2013

vidas ejemplares: el señor odell

EL PROCER DEL DIE CAST

El Señor John William Odell nació el 19 de marzo de 1920.
Trabajó como conductor de camionetas, vendedor inmobiliario, operador de proyector de cine y durante la segunda guerra prestó servicio en África e Italia como mecánico.
Luego de la guerra entró como empleado en una empresa de inyección de metales.
Se ve que Odell era demasiado bueno y pronto dejó el puesto para entrar a trabajar en Lesney Products, formada por Leslie Smith y Rodney Smith (les suena?) que producían pequeñas piezas de metal para automóviles.


Casi por casualidad Odell se asomó al mercado juguetero con una pequeña mezcladora de cemento que resultó un éxito tan inmediato como inesperado.
Luego tuvo un par de aciertos que le señalaron el camino juguetero a seguir.
Corría el año 1953.

La empresa creció exponencialmente, para 1966 vendía más de cien millones de autitos por año.
Odell era un superdotado.
No sólo diseñó los modelos más queribles de Matchbox sino que desarrolló moldes, máquinas, herramientas y procesos para la industrialización de los autitos.


El hombre se tomaba muy en serio la fidelidad de los modelos.
Eran tiempos en que no se hablaba de royalties ni licencias, y los fabricantes veían con agrado que la marca de cajitas de fósforos les reprodujera un modelo.
En tal sentido, Odell visitó varias fábricas para relevar los diseños a fabricar.


En los días de mayor éxito llego a contratar mas de 6000 empleados y si bien no permitía los sindicatos, tenia un manejo del personal tan carismático que hacia fines de los sesenta tenia record de días trabajados sin huelgas.
Personalmente patrullaba las instalaciones y no tenia problemas en sortear el abismo jerárquico compartiendo el comedor con sus empleados.


En 1982 la compañía fue vendida a Universal Toys, luego a Tyco y finalmente cayó en las garras de Mattel.
En 1983, Odell compró máquinas de su anterior empresa y fundó Lledo, también dedicada al diecast.


La gama de Lledo estaba más dirigida al público adulto que al mercado juguetero y comprendía modelos clásicos y vintage, decorados con publicidad y en pequeñas series.


Odell se retiró en 1999 y falleció de parkinson en julio de 2007.

Por favor un minuto de silencio para nuestro Prócer del Diecast.
Se merece eso y mucho más.



Gaucho Man
el disonante






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jueves, 20 de junio de 2013

fiat 600 - replicard 1/43

Para los que no saben, este blog responde a una iniciativa de Diecast Central.
Por más datos pueden darse una vueltita por Auto Galeria 1/18Auto Modellbaus y Lauburu43.
Algún día seremos como mil.




El título del mes es "un auto ideal para el Cabo Reyes".





Así como lo ven, este simpático bichito amarillo es toda una reliquia.
Una especie de homo sapiens de los autitos de resina.
En efecto, el modelito fue adquirido allá por 2001, y si bien seguramente no fue el primer autito de resina de la historia universal, puedo asegurar que fue el primero que se incorporó a mi colección.


La primera impresión es de una cruda imperfección, pero luego sorprende con sus ruedas torneadas y los detalles pintados a mano.


Ventanas y rejillas traseras denotan, al menos, un pulso generoso que entusiasma e invita a perdonar el perfil abrupto y los guardabarros de corte precario.


Piensen que este modelo fue concebido en los años anteriores a las opciones tradicionales de diecast: Solido, Vitesse/Ixo, Brumm.  Los de Guisval y Pilen no tenían presencia en nuestro mercado.
Creo que sólo estaba la de Progetto K que tenia muy poca difusión en estas pampas (que además representaba un Abarth).


En esos años huérfanos, un casting tan imperfecto como este se justificaba plenamente, al menos para el coleccionista nacional, sediento de novedades.
Y seguramente redituaba también para el artesano fabricante.


Elijo este humilde ejemplar para el Cabo Reyes por ser un modelo familiar de nuestro folklore urbano, y fabricado dentro de nuestras fronteras, pero por sobre todo por su impar singularidad.
Hablando de autito en cuestión, creo que su mayor defecto está en la curvatura y caída del techo por detrás. Lo demás es perdonable si se considera su humilde origen.

Nos Vamos?


Gaucho Man
el presunto




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sábado, 15 de junio de 2013

morris z van - vanguards 1/43

Compré este simpático camioncito en el free shop de un buque bus hace como veinte años.


El modelo se vendía como Vanguards, de la colección Lledo.
Veamos un poco estos dos nombres, que merecen párrafo aparte.



Primeramente les recuerdo a Lledo, seguramente tienen presente el emprendimiento del Señor Jack Odell.
Por otra parte, en esos años, Vanguards era una marca dentro de la colección Lledo.
Luego, Lledo y todas sus marcas fueron absorbidas por Corgi.
Así es como hoy en día, este mismo modelo milita en la página web de Corgi.



El modelo tiene una onda de "viejo Dinky", sin vidrios y con pocos detalles.
La escala no está declarada pero está muy cercana al 1/43.



Si bien tiene una delicada tampografía en los laterales y en la patente delantera, esos faroles negros se ven muy tristes.
Uno lucha contra la tentación de darle un par de pinceladas, pero se abstiene por preservar la originalidad.


El interior tambíén se ve extremadamente espartano (aunque seguramente el real tampoco era ninguna maravilla).


Y acá va una foto de la web, del modelo real, que para mi sorpresa, está bastante logrado, salvo por las ruedas que en el modelo a escala son de radios tipo bicicleta.


Espero que les guste.


Gaucho Man
el aciago





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lunes, 10 de junio de 2013

estación de servicio texaco

- Señor, su acento me resulta extraño, de dónde es?
- De Inglaterra
- Bien, aunque no sea de acá, sepa que no se puede fumar en una gasolinera.
- Ah...
Un Perkins joven en esos años sesentosos terminó de encender su cigarrillo, dio una larga pitada y se quedó mirando hacia el horizonte.




Hace un tiempo, participé en un concurso de dioramas organizado en un foro de HW.
La única condición es que la maqueta incluyera un HW.

Yo pensé:
Hot Wheels = estilo americano
estilo americano = ruta 66
y por carácter transitivo:
Hot Wheels = ruta 66



Busqué fotos de la ruta 66 en la web y encontré muchas cosas interesantes.
Mucha onda película Cars.



Pero me llamaron la atención algunos parajes que eran como ranchitos casi tapados de cartelitos en medio de la nada.



Los muñequitos son hechos con poxilina.



El Nova tiene ruedas pintadas de negro mate, cromados de manija y luces traseras pintadas, parrilla pintada de negro mate.
Y mucha tierra encima, pero eso es de tenerla en mi casa.



El Cobra (o mejor dicho, su carrocería) tiene tapada la muesca del parabrisas, las luces traseras y delanteras limadas (como que no están).



Luces delanteras en negro mate para acentuar la ausencia.
Pintura gris aluminio ensuciada y envejecida.



Sorry por tanta repetición, pero cada angulo es un momento irrepetible,
que aunque está congelado en el tiempo, espera su minuto de descubrimiento.



Mando una foto tomada con mi vieja cámara, que sin ser tan perfecta, acentúan la onda de la maqueta.



Como ven, mi cámara viejita no tenía tanto pixel ni microchip, pero para las tomas muy cercanas tenía un lente muy macanudo que permitía acercamientos impensados con perspectivas increíbles.
Espero que les guste.

Gaucho Man
el hacendoso



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viernes, 7 de junio de 2013

aston martin v12 vantage - welly 1/37


Hace unos días mi hermano le trajo a mi nene el regalo de cumpleaños o navidad atrasado.
Como ya se imaginarán, se trata de un legítimo Welly de última o penúltima hornada.
Y como era de esperarse, el pibe vio más al autito como una base para modificar que como pieza de colección.


Para preservar a los lectores de espíritu sensible me voy a abstener de mostrar el autito finalmente modificado, solo diré que ahora no tiene techo y su perfil tiene reminiscencias de Ferrari 328 cabrio.
De todos modos, mi idea no es exaltar el trabajo del Gaucho Boy sino señalar algunos detalles con los que Welly me ha sorprendido gratamente.


Lo primero que vi fue la cajita que mostraba un Aston con la puerta abierta.
En cambio, el autito en mi mano se veía tan integro que pensé que seria una caja equivocada o genérica.


La sorpresa fue cuando me puse las gafas y comprobé que en efecto, el Welly abría puertas y las cerraba con una prolijidad impensable en un autito de juguete.


Tras la brutal faena de desarme perpetrada por mi querido vástago pude ver que cada luz delantera se compone por dos partes: una cromada y otra transparente, para darle profundidad.


Otro detalle digno de un autito de alta gama es el interior con los asientos en piezas separadas.
Y todos esos insertos en el capot.
Y las puertas con panel interno de plástico.
Como punto negativo pero de acuerdo a su carácter jugueteril, el autito tiene pull back, aunque hay que admitir que el mecanismo no condiciona las formas del autito.
Lo demás se ve en las fotos: un color poco tradicional para un Aston, ruedas específicas y una parrilla demasiado cromada.


Si quieren quedar bien con un sobrinito, no es una mala opción.
También queda bien en la vitrina.


Gaucho Man
el tácito


domingo, 2 de junio de 2013

jaguar d-type - del prado 1/43

Gaucho Man acomete con un documento secreto, jamás revelado.
El autor es nada menos que Malcom Sayer, ingeniero de producto de Jaguar en los años dorados.

El escrito, de puño y letra de Sayer, dice así:


... muy temprano en el frío dela mañana, yo trabajaba en la crapodina lateral del distribuidor de frenada delantero.
El conjunto era demasiado inestable y a altas temperaturas entraba en resonancia con los discos de freno generando el temido efecto que se conoce como "flushing".
Hasta ahora los efectos venían siendo controlados con mucha dificultad, pero habia una gran incertidumbre sobre lo que podría pasar en carreras de larga duración como Le Mans.
La mejor solución era cambiar el diseño de los discos, pero Dunlop ya se habia desentendido del tema argumentanto que el cambio requerido llevaría meses.
Pero yo no tenía meses, apenas unas horas antes de la carrera.
Ante la imposibilidad de modificar los discos de freno, yo trataba inútilmente de calibrar los complejos limites térmicos.


En eso estaba cuando se acercó un empleado de maestranza, como con curiosidad por el Jaguar sobre el cual trabajaba.
En mi angustia, pasé por alto su desfachatez para presentarse en el garage como si fuera el dueño del auto.
El tipo, de proporciones y rasgos simiescos estaba aprovechando su horario de desayuno para devorar un inexplicable sandwich de mortadela, longaniza y pickles.
El sandwich se desarmaba a en sus manos grasientas y el hombre batallaba tratando de introducirlo en su boca, haciendo muecas que acrecentaban su aspecto de primate.
Masticando con la boca abierta me abordó y me preguntó cuál era el problema.
- Y usted quién es? -le pregunté altivo.
El tipo señaló su identificación y respondió en inglés mal pronunciado:
- Artemio Sosa, argentino, de maestranza. You can call me Cacho.
Juro que en ese instante lo odié, aunque el tipo parado me miraba masticando con la boca abierta, como si no hubiera siquiera notado mi desprecio.
 

Entre su mal aliento y su mirada fija, vacía, se generó un efecto hipnótico bajo el cual le expliqué todo, sin importarme su desganado aspecto de orangután.
Con total desparpajo, siempre mostrándome lo que masticaba, me preguntó:
- Y por qué no cambia el ángulo de incidencia?
Furioso le respondi de muy mal modo que un cambio de diseño era imposible faltando tan poco tiempo para la carrera.
El tipo dejó la lunchera metálica sobre el capot del auto, sin importarle el fino pulido de la pintura british racing.


Rumeando su inmundo bocado, toqueteó algunas cositas y pidió un martillo.
- Acá no hay martillos! -le grité indignado por su perfil de chimpancé.
Contrariado, dió un par de vueltas buscando con la mirada algún objeto que resultara suficientemente contundente.
Finalmente encontó un prototipo de carburador Weber de triple cuerpo. Era una compleja y valiosa pieza experimental que costaba tanto como seis coches recién salidos de fábrica.
- Ni se le ocurra usar ese carburador como martillo! -le grité en el tono más amenazante que mi histeria me permitía.
Pero el macaco ya estaba martillando y cada golpe resonaba como un balazo dentro de mi cerebro atormentado.
- Ya casi termino, no tiene un pedazo de alambre?
Le expliqué que teníamos treinta y cinco tipos de alambre normalizados, pero cero inventario.
Y que una solicitud de pedido tomaría como mínimo dos semanas, sólo para ser aprobada.
Volvió a dar unas vueltas alrededor del taller, deteniéndose en un tambor de 200 litros que usábamos a modo de tacho de basura.
Estuvo unos minutos interminables con la cabeza metida en ese barril de inmundicia hasta que salió con un pedazo de alambre retorcido en la mano.


Sin decir nada, se acercó al auto, y se puso a trabajar en el repartidor de frenada.
- Grasa tiene? -me preguntó sin dejar de rumear el último bocado de su asqueroso sandwich.
- Me temo que el pañol está cerrado a esta hora, es demasiado temprano o muy tarde.
Se paró y volvió a su lunchera. Concentrado como un chimpancé despiojando a su cría, hurgó aparatosamente en la cajita sin preocuparse por los estragos que hacía en la pintura del auto.
- Esto va a servir -dijo sacando un plátano de la caja metálica.


Su andar irregular con la banana en la mano acrecentaba su aspecto de orangután.
Con pasos bamboleantes, primitivos, volvió al auto.
Yo miraba absorto mientras el plátano iba desapareciendo en las cavidades del repartidor de frenada.
Y antes que yo pudiera decir algo volvió a tomar el carburador experimental y le sacudió otra terrible serie de golpes al repartidor de frenada.


Luego se levantó lentamente y extendiendo sus manos grasosas me entregó un puñado de arandelas, resortes, tornillos y otras piezas pequeñas.
- Estas le van a sobrar, no las necesita- dijo ante mi mirada incrédula.
Luego se limpió las manos con su ropa mientras me dijo como al descuido:
-Con este arreglo va a andar tranquilo un tiempo, pero trate de no sobrecargar el sistema.

Ahora no tiene demasiado sentido hablar de la carrera.
Todos saben que el auto ganó de punta a punta.
Y ahora puedo admitir que el mérito fue todo de mi simiesco amigo Sosa.
Luego de la carrera lo busqué para reconocerle su mérito y felicitarlo, pero no pude encontrarlo.
Lo último que pude averiguar es que se había perdido entre el público siguiendo a una mujer de anchas caderas y escote generoso.
Pensar que desde ese día que lo estoy buscando...




Esta historia esta inspirada, casi descaradamente copiada de un cuento del inmortal Roberto Rontanarrosa.
Por favor sepan tomar este modesto lance literario como un humilde y merecido homenaje a su memoria.


Otra cosa: el autito es un regalo que me hizo mi amigo Orange.
No sólo me regaló el autito sino que me enseñó a mejorarlo calando caños de escape y ensuciando cromados con pintura aguada.
Y hablando de Orange, les comparto el link de su blog, me lo van a agradecer.


Gaucho Man
el mentiroso