PASANDO REVISTA...
Pido
disculpas por el silencio de radio.
Son días
acelerados con mi mente ocupada por cuestiones personales del mundo real y no
consigo concentrarme en el mundo a escala.
De todos
modos, me vinieron bien estos días de retiro efectivo para revisar mi colección
de Miniauto y otras literaturas.
En efecto, tengo el
orgullo de tener la colección completa, desde el primer número que conseguí de
casualidad hasta el último.
Una
fascinante crónica del emprendimiento de un puñado de coleccionistas moviendo
estructuras a fuerza de entusiasmo y buena voluntad.
La revista
Miniauto surgió como una publicación con contenidos modestos: modelos extraídos
de las colecciones de los editores (eran coleccionistas como Usted o yo),
modelos especiales o personalizados de los mismos coleccionistas y modelos que podían
comprarse en uno o dos comercios que auspiciaban la publicación con
publicidades oportunas.
Con el tiempo se fueron profesionalizando, dejando de lado las colecciones personales para dedicarse a los lanzamientos, en sintonía con los fabricantes, nótese el escalón subido.
En un
principio mezclaban contenidos de coleccionismo estático con slot, pero con el
tiempo se comprobó que eran temas diferentes para públicos separados y debieron
separar las secciones.
Pese a tanta
diferencia, el público siempre pedía más especialización.
Primero pedían
más estático, luego reclamaban más por escalas determinadas y cuando separaban
por escala pedían más temáticas.
Esta sectorización
terminó en la separación que dio lugar a Miniauto Slot dejando al coleccionismo
estático con una revista exclusiva.
Lamentablemente los tiempos transcurrían adversos y las novedades en papel fueron reemplazadas por las noticias de internet, al mismo tiempo que la tirada bajaba alarmantemente.
La publicación
ya estaba sentenciada.
Se había
transformado en un catálogo de novedades, que era fácilmente prescindible y reemplazable por
la internet.
En un acto
de arrojo, blanquearon la situación, hicieron una consulta popular y cambiaron
contenidos, incluyendo (a pedido de los lectores, yo fui uno de ellos) notas más
"terrenales" como ser reportajes a coleccionistas o colecciones temáticas
pero ya era tarde.
Un día se la
echó de menos y al segundo o tercer mes de ausencia descubrimos que ya no había
nuevo número.
Es un buen
ejercicio repasar las revistas viejas, el tiempo transcurrido le da un encuadre
impensado a la información.
El plato
fuerte eran las ediciones dedicadas a la feria de Núremberg, con todos los
fabricantes listados en orden alfabético mostrando sus novedades o próximos
lanzamientos, muchas veces en estado de proyecto.
Resulta interesante comprobar que los proyectos y primicias absolutas de hace
diez años, ya pasaron por la caja negra y hoy son coleccionables de precio contenido que inundan
las reventas, los kioscos y las redes sociales.
Una de las
secciones que buscaba siempre en esas páginas era la columna dedicada a las
colecciones temáticas de algunos coleccionistas.
Aparte de
los monomarca esperables, hubo un loco de Tintìn que había reunido todos los
modelos que Hergè supo plasmar en sus viñetas inmortales. El hombre había
reunido modelos de las más variada extracción, personalizado a mano cada
autito, generalmente con pinceladas estratégicas para resemblar cada modelo.
Hubo otro
que coleccionaba taxis. El hombre viajaba, se documentaba sobre modelos,
colores y decoraciones, para luego salir a buscar los autitos necesarios y
colores necesarios para completar su colección de taxis.
Todo a pulmón.
Es curioso
comprobar que ambas temáticas han devenido en coleccionables con modelos
"llave en mano".
Quizás está
bien que así sea, la vida actual es demasiado fugaz como para pasarse un mes
tratando de lograr el taxi que tomó en la ciudad de Lisboa en 1971 o el
furgoncito que aparece en el segundo cuadrito de la página ocho de un libro de
historietas.
De todos
modos me permito rescatar la aureola casera y el tesón que destilaban esos
autitos casi artesanales en una publicaciòn igualmente artesanal.
Volviendo a
Miniauto, pasó a la estadística de publicaciones canibalizadas por la internet,
quizás por tipos como Usted o yo.
Hasta se me
ocurre trazar un paralelismo entre la revista y cualquiera de nuestros blogs.
Quizás la diferencia
esté en el aspecto comercial. Una revista necesita ganar plata para mantenerse,
en cambio estos blogs no buscan la moneda.
De todos
modos me pregunto cuál será el final de la historia.
Dios salve a los blogs!
That's All Folks!
Gaucho Man
el discernido