Se trata de los especiales de los viernes, una modesta marca registrada que arrastro desde hace varios años.
Los invito a sufrirla.

La historia de Bristol en Le Mans
Este es el auto más feo del mundo, y créanme que lo digo con más cariño que discriminación.
Es la historia de dos autos, uno derivado del primero, ambos muy feos pero francamente hermosos.
Vamos a por el primero.
Es un Bristol de 1953 desarrollado para correr en Le Mans.
Estos autos tenían motor BMW y muchas ideas revolucionarias para la época, sobre todo a nivel aerodinámico.
Para empezar, una foto tomada de una vieja revista inglesa (disculpen el blanco y negro).
Vean si no resulta casi siniestro:

Ahora veamos el modelo a escala, foto tomada de la web.
Observen esas luces delanteras, casi americanas pero con tulipa aerodinámica.
Esa cola con ventana tipo Citroen y esas aletas batmánicas.

Pese a ese aspecto intimidante, este auto no anduvo muy bien.
Piensen que corrian contra monstruos como Jaguar o Aston Martin.
La gente de Bristol se encerró en sus cuarteles y tras un año de trabajo arduo sacaron la versión 2.0 .
Entre otras mejoras el modelo 1954 destacaba por las mejoras aerodinámicas (recuerden que Bristol tenía una importante tradición como fabricante aeronáutico).
Observen las cuatro luces carenadas, el capot más limpio y la trompa casi de Jaguar.
La cola sigue siendo de bati-Citroen con aletas pero más estilizada
El radiador de aceite en la trompa sigue siendo el mismo.
Anduvieron mejor pero todavía lejos de la punta (creo que noveno).
Cuenta la leyenda que para el año siguiente le sacaron el techo, transformandolos en tristes barchettas.
Seguramente más livianas y con más aerodinámica aplicada.
(sorry pero no encontré foto del modelo a escala)


Volvieron a Le Mans pero tampoco pudieron ganar.
En Bristol se cansaron de gastar plata y cancelaron el proyecto Le Mans.
Tal vez no ganaron, pero esas formas obtusas -sobre todo la del primero- tienen el espíritu de fierro caliente y olor a grasa de los grandes intentos sobre ruedas.
Eran autos de competencia en los que la forma no tenía importancia y lo mejor estaba por dentro.
Eran intentos desmedidos, que se apartaban de lo racional -o usual- y a veces andaban y a veces no.
Y aunque no anduvieran, yo simpatizo con estos intentos.
Cuando lo tenés en la vitrina no se nota si fue perdedor o ganador.
Por esa mística y por esa cola que Batman ni siquiera pudo imaginar, se merecen todo mi respeto y admiración.
Admiración de un perdedor a un auto perdedor.
Y ahora miren otra vez las imágenes pensando que son modelos de resina, en escala 1/43 de la marca Bizarre.
Ah! para terminar, una imagen del Dinky, contemporáneo al real (foto de la web):

Disfruten que vale la pena.
Es gratis.
Gaucho Man
el inherente